Las tartaletas saladas son una excelente opción para una cena informal o para formar parte de un menú de picoteo con amigos. Además, si las preparamos en formato individual, no necesitaremos ensuciar platos ni cubiertos, ya que se pueden comer con la mano. El problema en algunas ocasiones, es que no sabemos de qué prepararlas para que sean fáciles de hacer, estén ricas y aguanten bien una vez cocinadas.
Lo primero de que debemos tener claro es de qué las queremos rellenar, para elegir una cobertura exterior que se adapte bien al contenido. Por ejemplo, si elegimos hojaldre y ponemos ingredientes húmedos, quedará blando. En este caso he usado masa filo: hojas muy, muy finas que se superponen unas con otras untadas de mantequilla derretida para adquirir consistencia. Si decides hacer una tarta grande, puedes usar cualquier molde o bandeja apta para el horno. Colocas las capas, horneas y luego se rellena. Si prefieres individual, puedes utilizar flaneras, moldes de cupcakes o simplemente, cuencos pequeños que se puedan meter en el horno.